Instituto de Física y Astronomía

y Centro de Astrofísica de Valparaíso

10/05/2019 Utilizando observaciones submilimétricas del disco de escombros alrededor de la estrella de
baja masa TWA 7, un grupo internacional de astrónomos liderado por la investigadora del IFA y  Directora del Núcleo
Milenio de Formación Planetaria Amelia Bayo, concluyó que la arquitectura asumida para este
objeto es diferente a lo que se pensaba hasta ahora. Esto se dedujo en base a observaciones con el conjunto de
radiotelescopios ALMA.

Por casi 10 años, se creyó que este disco de escombros estaba
formado por dos cinturones de polvo separados espacialmente pero estas observaciones de
alta resolución permitieron eliminar la contaminación de una galaxia de fondo y resolver el
disco, mostrando sólo uno.

En la investigación también participó el investigador del IFA Matthias R. Schreiber,  y los
investigadores Johan Olofsson, Juan Carlos Beamín, Itziar de Gregorio-Monsalvo, Claudio
Cáceres, y las estudiantes de postgrado Catalina Zamora y Daniela Iglesias.

Amelia Bayo indica que se conocen muchos planetas rocosos entorno a estrellas viejas de tipo
M, pero hay pocas estrellas jóvenes de este tipo para las cuales es posible observar los discos
de escombros, que es donde se forman los planetas rocosos, como el nuestro. Bayo explica
que incluso TWA 7 podría ser una versión joven de TRAPPIST 1, estrella enana alrededor de
la cual se han descubierto 7 planetas, de los cuales al menos tres están en su zona habitable.
Estudiando estrellas más viejas de este tipo se sabe que estos discos deben existir o que, al
menos, estas estrellas han formado planetas. “Observando en el milimétrico, vemos la
población de polvo que debe coexistir con estos planetesimales —material a partir del cual se
forman los planetas—, y nuestros resultados dicen que la localización de estos granos de
polvo es más extensa que la de los granos de polvo menor, lo cual es muy interesante porque
uno de los otros pocos objetos para los cuales se tienen datos similares, muestra el
comportamiento contrario”, explica Amelia Bayo.


La astrofísica destaca que hay menos de una decena de objetos entendidos con esta
precisión. Antes de esta investigación, se había observado el disco alrededor de TWA 7 con radio
antenas aisladas, es decir, con baja resolución angular. Dichas observaciones indicaban que
este objeto tenía una extraña configuración con dos anillos de polvo en vez de uno. El trabajo
liderado por Bayo demuestra que las observaciones anteriores estaban contaminadas por una
galaxia de fondo, y fue capaz de distinguir por separado la emisión que llega de la galaxia
contaminante de la que llega realmente del disco de TWA7.
“De este modo, podemos modelar cuanto polvo hay realmente alrededor de TWA7, ver que
ese polvo puede tener una extensión aún mayor de lo que veíamos cuando observábamos las
partículas más pequeñas, y erradicar de la comunidad esa idea errónea de que este objeto
necesita tener dos anillos distintos”, indica Bayo.

Trabajo a futuro
Los científicos observarán nuevamente este objeto utilizando ALMA pero a mayor resolución,
con el propósito de entender si la estructura anteriormente observada también está presente
en granos de polvo más grande y, por lo tanto, en planetesimales.
“Queremos hacer esto porque uno de nuestros escenarios es que existen planetas
perturbando el disco, y las simulaciones de los astrónomos teóricos del NPF parecen indicar
que si ese es el caso, la estructura sería visible también para granos más grandes. Por otro
lado, si la estructura viene dada por la actividad de la estrella, entonces no estaría presente
en los nuevos datos de ALMA y sería un discriminador muy directo para dos teorías, ambas
fascinantes. Además, queremos entender si realmente hay gas en este disco de escombros o
no, porque la presencia también podría ayudar a explicar las estructuras que vemos, y es un
asunto que no está super claro aún”, finaliza la científica.

FUENTE: Carol Rojas, periodista NFP

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