Agosto 31, 2017. Noticias IFA.
Comunicamos la publicación de un artículo en la prestigiosa revista Nature, en la cual participaron los astrónomos del Instituto de Física y Astronomía (IFA) de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, Irma Fuentes Morales, estudiante de doctorado y su supervisor de tesis Dr. Claus Tappert.
Hace casi 600 años, astrólogos coreanos registraron el descubrimiento de una nueva estrella ubicada en la cola de la constelación del Escorpión, la cual fue visible sólo por 14 días antes de desaparecer de nuevo. Siglos después, astrónomos analizaron textos antiguos, concluyendo que se trató de una explosión nova. Una erupción nova ocurre en un sistema de estrellas binarias cercanas, denominadas 'variables cataclísmicas', en las que una enana blanca (una estrella compacta de tamaño de la Tierra, pero con la masa del Sol) 'roba' material de la estrella compañera, la que es similar al Sol, aunque típicamente algo más pequeña y más fría. Después de cientos de miles de años, el material acumulado en la enana blanca llega a un valor crítico, resultando en una explosión termonuclear, la cual aumenta el brillo de la estrella hasta 300,000 veces más que el brillo del Sol, eyectando parte de la superficie de la enana blanca hacia el medio interestelar. En ese tipo de explosiones se forman elementos e isótopos específicos que se han detectado incluso en cometas y meteoritos de nuestro sistema solar, significando que este último estaría formado por restos de una explosiónnova.
La binaria sobrevive a ese evento 'cataclísmico' y luego de pocos años, la enana blanca reanuda el ‘robo’ de material desde su compañera, lo que en otros cientos de miles de años más resultará en otra explosión nova. Entonces se podría decir que existe un 'ciclo de nova', por lo que se puede asumir una conexión entre los distintos tipos de variables cataclísmicas, tales como las novas, novas enanas y nova-likes. De hecho, este ‘ciclo’ fue propuesto por primera vez en los años ochenta por otro miembro del IFA, el Dr. Nikolaus Vogt. Sin embargo, la larga duración del ciclo dificulta la recolección de evidencia observacional: la historia escrita de la humanidad es demasiado joven para cubrir un ciclo entero de una nova. Por esta razón, es de gran trascendencia identificar las novas más antiguas. Usando los textos antiguos coreanos, y placas fotográficas de la primera mitad del siglo pasado, un grupo liderado por el astrónomo Dr. Michael Shara, del American Museum of Natural History de Nueva York, por primera vez logró identificar con certeza el sistema sobreviviente de una explosión nova que fue observada y descrita hace casi seis siglos, en el año 1437.
Este sistema presenta una gran variedad de fenómenos, tales como variabilidad periódica de brillo en varias escalas de tiempo y de luminosidad. Especialmente valioso resulta el hecho de que la orientación del plano orbital del sistema respecto a la Tierra sea de tal manera que se puede presenciar un eclipse, o sea la ocultación parcial de la componente más brillante, debido a que su compañera más débil la tapa cuando se interpone entre la línea de visión de la Tierra. El hecho de que este sistema es eclipsante fue descubierto por la estudiante de doctorado del IFA Irma Fuentes durante sus observaciones con el telescopio duPont de 2.5 m, el cual está ubicado en el Observatorio Las Campanas de la III Región. Ya que la forma y la duración de un eclipse dependen de los tamaños de los cuerpos involucrados, su estudio nos da acceso a esos importantes parámetros, además de permitir la determinación del período orbital. En este caso, las dos estrellas completan una vuelta entera por el centro de gravedad en algo más de la mitad de un día.
Este estudio, en el que participaron astrónomos de EE.UU., Polonia, Sudáfrica, Canadá, Reino Unido, el Observatorio Austral Europeo (ESO) de Santiago y el IFA, se publicó en la edición de Nature del 31 de agosto de 2017.
Revisa en el siguiente link: http://www.nature.com/nature/journal/v548/n7669/full/nature23644.html